Obra

TRANSMUTACIÓN
 A Jaime, in memoriam

Para Julio, de la estirpe de los Sabines.


La buganvilla tiembla

ante los ojos del Poeta

y como la hoguera antigua

ante El Justo doblegada

espera la orden fulminante.

Acaricia su follaje la mirada del Poeta.



La buganvilla se estremece:

Jaime Sabines tiembla,

mira su cuerpo endeble, adormecido.



El rayo duerme en esas flores

y su mirada se adentra en las raíces

(cada vez más hoguera sus pétalos

y más savia la sangre).

  19 de marzo de 1999
  (Del libro Razones de la voz, CNCA, Colec. Práctica Mortal, Méx., 2002)
 

 

DEL AMOR Y OTROS DIVORCIOS

Por Óscar Wong

A causa del amor, el vacío se anima y se diferencia por las fuerzas que se atraen y se rechazan y que, por lo tanto, determinan forma y movimiento, mundo y persona; deseo, sufrimiento y gozo, puesto que el amor es el iniciador de todo cuanto existe. Lo contrario a la ausencia de amor llamaremos nada, explica Denis de Rougemont en Los mitos del amor (Barcelona, 1999: 213, 201). El autor nos habla de cuatro estados o estadios del amor: 1:La visión intuitiva, como acto del espíritu y conocimiento activo, 2. La emoción del Eros, que procede del alma, 3. El placer sexual, llamada física, aunque el sexo está vinculado a la voluntad del intelecto y, 4. La energía cósmica, alcanzada sólo por el pensamiento, pero a través del mundo de las sensaciones. La dialéctica del amor es abordada por este ensayista suizo, desde la perspectiva de otro libro anterior, Amor y Occidente (1979), donde se ocupa del amor-pasión, de los mitos del alma y del misterio de la persona.
Según Benedetto Croce (Apud Rougemont, Amor y Occidente), el matrimonio es una elección; aunque si se parte de esta premisa, se puede deducir que el divorcio constituye una decisión, una determinación que puede desembocar en suicidios, citas con el psicoterapeuta y “mil y un encantadores gorgoritos”, como diría Gorostiza en Muerte sin fin. Afortunadamente no es el caso de Miguel Ángel Duque (SLP, mayo 9 de 1970), quien a través de 23 textos nos presenta otra visión –y dimensión– del amor, otros aspectos y demás mitos que devienen en mitote. El amor puede ser asumido como fuente periodística y las lágrimas se metamorfosean en lugar común.
Sarcasmo, ironía, guiños intelectuales, humor y rumor corrosivo, punzante, se confabulan para generar un volumen denominado Por divorcio necesario se busca nueva compañera y otros poemas de amor*. Un título tramposo a todas luces, porque puede servir como anuncio publicitario, como aviso de ocasión. Dominas y ninfetas: aquí hay un varón que pretende amancebarse de nueva cuenta, sugiere el título. El dolor, las voces de humano olor (Orlando Guillén dixit) son disfrazadas con el tono sardónico, lo cual vuelve al libro un divertimento, pero muy en serio, donde se advierten diálogos cuasi platónicos entre Ulises y Penélope, que teje la cobija del escarnio público con libelos y declaraciones inquisitorias, reflexiones atinadas donde se advierte que mentir no es más que “deslave de la contradicción” (p. 26)
         Ante el divorcio, la pareja se transforma en “hemistiquios de un verso contrapuesto” (p. 41). Pero si el amor en Occidente, según Rougemont, es pasión y ésta significa sufrimiento, ¿qué hacer ante las condiciones que plantea una separación, en este caso un divorcio? Hombre de honor caballeresco, armado con yelmo literario y cota sensitiva, Miguel Ángel Duque se plantea: ¿escribir una novela, un ensayo en verso, un poema narrativo acerca de la tiranía del amor? (p. 29). El resultado es este volumen donde confluyen la sátira, las intenciones cuasi epigramáticas, el humor cáustico, virulento, símiles y metáforas novedosas que van desde la guerra florida al muro de lamentaciones, de campañas electorales y acuerdos políticos, hasta el abstencionismo.
         El poema inicial, basado en la I Carta a los Corintios (13:1-13), establece los linderos, las directrices por las que aparentemente va el libro que nos ocupa; aunque preciso que los versículos adaptados revelan que el amor es el mayor de los dones (Biblia, versiones de Nacar-Colunga y Reyna-Valera, respectivamente). Pero en la Biblia de Jerusalem, el amor –traducido muchas veces como caridad– se concibe como servicio o principio activo, (I Ts. 1:3, He. 6: 10) y como principio permanente [el amor nunca deja de ser] (I Co. 13: 8, 13). La caridad, pues, es el mayor de los dones.
Curiosamente, los griegos representaban a la Cáritas como una mujer de enormes pechos, amamantando a una criatura (por eso sugiero: para ser felices es indispensable buscar a las mujeres caritativas). “Buscad la caridad, pero aspirad también a los dones espirituales, especialmente a la profecía. Pues el que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios” (I Co. 14:1-2), citaría a la Biblia de Jerusalem.
Siguiendo a la escritura bíblica, termino precisando: Miguel Ángel Duque profetiza y escribe en la lengua con la que el pueblo suele fablar a su vecino (Berceo dixit); pero el autor potosino también le habla a Dios puesto que vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios). Todo lo demás es lo de menos.


*Miguel Ángel Duque Hernández, Por divorcio necesario se busca nueva compañera y otros poemas de amor, UASLP, Méx., 2010, 65 pp.

Poema

 

PIEDRA QUE GERMINA

Después que me miraste,

que gracia y hermosura en mí dejaste

San Juan de la Cruz

Como raudo rayo fecundado

el Amor desciende.

 

Con sus garras abre

surcos en la tierra.

 

Y crece el musgo,

el limo blanco, el árbol

venerado por la tribu.

 

Y la ternura crece

sobre el alba.

 

Y el corazón del día surge

como denso susurro

de la roca.

Y el océano inicia

impetuosa danza consagrada.

aquí el fulgor renace.

 

Si pusieras tus ojos en mis ojos.

Si pusieras tus labios en mis labios.

Si tu boca afuera abeja enardecida

aguja voraz hurgando en la sangre.

Si te posaras, sedienta, entre mis piernas,

te amaría densa, torva, tiernamente,

como quien por primera vez asoma al mundo,

como quien por primera vez

desgarra una violeta.

 

Todas las cosas arden si te miro.

Todas las piedras germinan si te amo.

 

Como gorjeo intempestivo vienes

y tu presencia bebo cual arroyo

donde los ángeles se inclinan.

 

Como una lenta danza que seduce,

como rocío fértil en la arena,

como la castidad del santo que crepita

ante la suave perfección de la figura inmaculada

vienes.

 

Qué arduo trabajo el tuyo, Amada: ser hermosa.

 

El graznido del cuervo me estremece,

el vuelo del pegaso me seduce,

el gorjeo de tu voz me satisface.

 

Sin ti, abeja tierna, el Universo carece de sentido.

 

Como un patriarca fiero me conduzco,

como un profeta sabio te profano.

 

Amada Reina del Valle de Jovel,

La del Rostro Dulcísimo y Terrible,

Sé que vienes de donde crecen los manzanos

Y que en tus ojos anidan las colmenas.

 

Ay cuánta miel derramándose en el iris

Y cuánta perfección en tu figura.

 

Que el oro de mis besos te sostenga.

Que la roca de mi canto te consagre).

 

A TI NO TE DERRIBARÁ la muerte.

A ti jamás te tocará el olor maldito de la tumba

aunque las leyes de la flor, la insobornable

rueda del verano se deslice, y perturben

y acosen tu belleza.

 

Gacela, grulla o corza

como una madre tierna te cobijo,

pero tiemblo si un golpe lúgubre

de realidad te toca.

 

Conjuro la presencia de lo eterno.

 

Brillante lágrima de sol:

yo desperté a la serpiente,

yo vi temblar al unicornio,

yo desaté al dragón enfurecido.

 

Frágil, perturbado,

para cantar escucho el ritmo lento del silencio,

para amar me sumerjo en el vacío.

 

¿Quién dice que el terror calcina?

 

Desde la esfera más alta entrego

mi voz en el océano.

 

Y palpito

y me erizo

y me consagro

ciego.

 

Turbo la turbia tarde.

 

El corazón alberga rosas, muñones agrios,

amargas fauces que devoran.

También es puño enronquecido.

 

Pero me doy a ti cual caracol sediento.

 

Delirio, purificada brasa que palpita,

¿ante la Luz qué hacen los ciegos?

Me inclino, hierba endeble, si me miras.

Mi corazón naufraga en ola súbita.

Fulgor sonoro al mediodía eres,

arena humedecida la ternura.

 

México-Tenochtitlan, enero 5 de 1998.

(Del libro Razones de la voz, CNCA, Colec. Práctica Mortal, Méx., 2002, 73 pp.)