Ecos del Wongnasterio

CONVERSACIÓN CON ÓSCAR WONG
Por Julio César Félix
En la literatura mexicana, el nombre de Óscar Wong es sinónimo de persistencia, de constancia. Durante estos 30 años ha luchado contra todo para forjar una escritura que se sostiene por sí misma, fiel al lenguaje, a la búsqueda de la poesía y a sus propias leyes internas. Sus raíces, la china y la chiapaneca, están plenamente amalgamadas en su trabajo creador, sin mostrarse aparatosamente. De ahí que su poesía es un continuo triunfo sobre la armazón idiomática de que está hecha. Además, el magisterio casi silencioso y la continua indagación crítica de que ha hecho alarde, sostienen a Wong como alguien que ha podido superar con creces las limitaciones del capillismo y el sectarismo, tan marcados en estas lides. Elpoemaseminal, del cual forma parte, y que fue acogido con tanto entusiasmo por él, se suma a la merecida celebración por todos estos años de trayectoria, en la que cada libro es fruto de la intensa vivencia poética que lo caracteriza. De esta manera se expresó en noviembre del 2004 la revista electrónica Elpoemaseminal, para festejar al poeta sinomexicano en sus 30 años de nombrar al mundo, como denominó el Instituto Nacional de Bellas Artes su presentación por dicho motivo en el Palacio de Bellas Artes. La revista Acequias de la Universidad Iberoamericana Torreón se suma a estos festejos por las tres décadas de nombrar al mundo. Ahora, ante la aparición de su nuevo poemario, En el corazón de la memoria (Edit. Jus, Méx., 2010), y su regreso al D. F. después de 4 meses de laborar en Chiapas, tierra de su madre fallecida, charlamos con el poeta:
1.¿Por qué comenzaste a escribir? ¿Cuándo y dónde?
Creo que llegué a la literatura, a la Poesía, como una forma de reivindicación: mi padre, Arturo Wong Cinco, originario de Cantón, China, jamás consiguió ser un buen hablante del español. Nunca fue a la escuela: aprendió por sí mismo lo poco que sabía de la nueva lengua. Presupongo que por eso me volqué en el ámbito estético-lingüístico. A través de mí habla mi padre. Y sospecho que lo hago mejor que mucha gente torpe, inculta. En una población costera, en el sur de México, a dos horas y media de Guatemala, patria chica de mi madre, doña Isabel Ovando Lara, conocí a una niña, rubia, a quien le dediqué mis primeros escarceos líricos y narrativos. Terminó en un convento dominico. Mi poema “Cantiga para la hermana Esther” es real: lo escribí cuando sor Fidelina tomó los hábitos. Si preciso que en 1974 publiqué mi primer libro en la colección “Abrapalabra”, de la Casa de la Cultura de Toluca, sabrán los lectores cuántos años tengo en el medio.
2. Cuál es el compromiso del poeta con la historia?
–Ignoro si haya algún compromiso como gestador de textos líricos. Creo que el poeta debe tener compromiso con él mismo para exteriorizar sus sentimientos de la forma más conveniente posible, conciliando expresión y contenido. La historia, ciertamente, no perdona (independientemente del gusto, que por otra parte es social y responde a modos históricos determinados). Socialmente hablando, quien habla al mundo, el "descifrador de signos", es un individuo, un ciudadano que no puede darle la espalda a los movimientos sociales
3. Poesía es "romper las cadenas que nos atan al mundo de las apariencias y sumergirnos en esencias", definiste una vez; ¿Cómo se hace si supuestamente estamos atados al impreso y a la hoja, cómo se moldean esos entramados simbólicos de la sociedad, desde el hecho poético?
–No, jamás estaremos atados al impreso ni a la página electrónica o a la página en blanco (a la antigüita). El verso es un sonido armónico con significado, es un código rítmico que debe conciliar expresión y contenido, pero básicamente es la voz humana. Lo que observamos en la hoja es la representación de esa voz. No hay que confundir. He descubierto que la Poesía es terriblemente celosa, melosa, y amarga como la miel del libro que degustó Juan de Pathmos a instancias del ángel. Y esta Revelación me perturba, me empequeñece, me hace enmudecer. El Vibrante Haz Luminoso que desciende durante la Eucaristía –el hecho poético– me obliga a arrodillarme. Y me sé un simple ser humano atento a la resonancia del Cosmos, tratando de balbucear algunas palabras.
4. ¿Cuál es la importancia de “tener oído” en la poesía, para leerla y escucharla?
–El ritmo es el primer elemento en la poesía. Si no tienes oído, simplemente estás perdido. Hay un vínculo y no sólo  histórico entre música y poesía. Los cantos y bailes tribales alrededor de una fogata y frente a un tótem fueron considerados, más tarde, como poesía. Los llamados “pies rítmicos” recuerdan esa etapa de los cantos bailados. El teorema Wongoriano sostiene: “si hay un mal sonido, hay un mal significado”. Por eso es indispensable tener oído. La poesía es oral, es la voz humana. Lo que leemos en la página impresa es el registro de esa voz. El ojo puede engañarte, pero jamás el oído. Y conviene educarlo.
5. ¿Por qué impartir talleres de creación literaria?
–Confucio señaló en su momento que si deseas ser inmortal debes sembrar sabiduría. Yo a eso aspiro. Un día alguien me invitó a impartir un taller de poesía en el Museo del Chopo, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y acepté encantado. El problema surgió cuando estuve ante los alumnos: ¿y ahora, qué debo abordar? Recordé que cuando leía mis poemas decían que no los entendían, entonces... ¿cómo enseñar lo que los demás no entienden? Pensé en el ritmo, en la imagen, en la capacidad estética del lenguaje. Leí a Pound, El arte de la poesía, a Huidobro, etc., y de inmediato se me disparó el método de enseñanza que imparto y que en su momento se registró bajo el título de El secreto del verso. Por otro lado, es una manera de sostener mi casa, mi Wongnasterio.
6. Teniendo en cuenta, tus raíces chinas y mexicanas, ¿qué extraes de cada una de ellas para moldear tu voz poética y qué lecturas recomendarías para adentrarse en estas culturas?
–Para escribir, presupongo al poema como si fuese una serie de caracteres chinos, donde cada ideograma representa el aspecto metonímico que aspiro realizar. Algunos críticos, algunos lectores torpes me han reprochado la "ausencia" del tono "oriental" en mi obra, porque no advierten que en poesía la imagen misma es el concepto. La pureza y la energía del corazón deben unirse al pensamiento al momento de crear el texto lírico, por eso la vastedad del mundo real y el emotivo adquieren una forma precisa, concreta, en el trazo de los caracteres. Por ende, procuro articular armónicamente, en grupos rítmicos, en versos y estrofas determinadas, la movilidad en los sonidos, urdiendo unidades de impresiones sonoras sucesivas. La raíz maya también se destaca en mi obra. Ahí se concilia todo el eje lírico de mi poesía. Y sobre lecturas recomendadas... prefiero pasar a la siguiente pregunta.
7. El artista mexicano siempre ha vivido muy ligado a su realidad social, a veces difícil, ¿cómo ves el destino cercano de México?
–El poeta es un simple ser humano, socialmente se revela como cualquier ente, puesto que está inmerso en el mundo, aunque percibe su dinámica con mayor transparencia que los demás. Hay una primera condición que caracteriza al poeta: sabe de qué están hechas las cosas, conoce el pretérito y el futuro. Esa innata sabiduría se presenta en el poeta. Y las revela a través de ritmos e imágenes y las fija en la simultaneidad de planos significativos. Por eso puede, además, cantar los sucesos sociales; aunque para ello deba apartarse del ruido, incluso del político. Octavio Paz, en Piedra de sol, pontificaba que la política, la economía, la religión, etc., son "máscaras podridas que dividen al hombre de los hombres,/ al hombre de sí mismo". El destino cercano de México es generar las condiciones necesarias para consolidarse en el siglo XXI con democracia y justicia social, como manifiesta el lema del PRI, un partido político –dicen– venido a menos, pero que sigue generado expectativas. Aclaro: la cultura no admite partidismos políticos.
8. Un poema tuyo dice: " Todas las cosas arden si te miro./ Todas las piedras germinan si te amo.", ¿qué es el amor para Óscar Wong?
–Vaya pregunta. Denis de Rougemont aborda el concepto del amor como un ámbito cultural, generado por los poetas provenzales del siglo XII. Esa "invención" generó a la poesía lírica europea; como hispanohablantes somos herederos de esa tradición: el poeta y la musa no pueden deslindarse, disociarse. Sin la Mujer, el hombre no tiene razón de ser. La Mujer es Musa y Creadora. El poeta le sirve a la Musa y el hombre a la Mujer. El amor reivindica al ser humano. Lo hace existir.
9. ¿Qué autores han transformado tu vida y a tu producción literaria?
–De esto hablaré en el Centro Cultural Condesa, del INBA, el 5 de agosto del presente año. Pero debo decirte que Robert Graves es capital. Las místicas europeas. Aclaro que El sueño de sor Juana fue un golpe bajo, al igual que Muerte sin fin, de Gorostiza; El Paraíso perdido de Milton es una joya. Piedra de sol, de Octavio Paz.. Y algunos novelistas como William Golding, entre otros. Es difícil llevar la cuenta de cuántos autores están asumidos y subsumidos en mi producción, en mi vida personal, etc. La muerte de mi esposa, el 31 de octubre de 1986, fue algo que me marcó y modificó substancialmente a mi obra.
10. ¿A qué autores mexicanos contemporáneos tuyos lees?¿ Por qué?
–Me agrada Francisco Hernández, porque tiene una voz singular, arquetípica. Coral Bracho es, a mi gusto, una de las mejores poetas de México, de peculiar sintaxis, apoyándose en los silencios, en la manera en que dispone sus versos. De las más jóvenes, Verónica Zamora, de Colima, quien se asume como mujer; me encanta el manejo del asunto mitográfico. Del Estado de México recomendaría a Lizbeth Padilla. Es excelente. Hace mucho que dejé de leer a Efraín Bartolomé, además ya no ha publicado nada nuevo. Y por razones de taller, siempre recurro a Félix Suárez, a Eduardo Lizalde, que supongo es mi favorito, al igual que José Emilio Pacheco.
11.  ¿Lees autores mexicanos jóvenes (menos de 30 años)? Sí, no, ¿por qué? ¿quiénes?
–Desafortunadamente, o acaso afortunadamente, no leo a los menores de treinta años. Cuando voy a encuentros, que casi no lo hago, me aburro: hay demasiados egos torturando los oídos. Demasiados jóvenes y demasiadas señoras que hacen turismo literario y a veces van a ver qué pescan, sexualmente hablando. Las mejores mesas ocurren cuando uno dispone de las viandas que los organizadores ofrecen.
12. ¿Qué dice la agenda de actividades 2010 del poeta Óscar Wong?
–El 2010 inició bien: en enero marché a Chiapas, aunque estuve yendo y viniendo al DF; estuve en Monclova, Coahuila, etc. Participé en conferencias, presentaciones de libros, recitales poéticos y he seguido escribiendo: concluí un poemario y un libro de ensayos. El 14 de julio estaré en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, el 5 de agosto charlaré en el Centro de Lectura Condesa, dependiente de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, sobre los poemas que me han inspirado y en breve aparecerá mi poemario En el corazón de la memoria, en Edit. Jus. Para Óscar Wong hay un largo etcétera en el presente año; aunque el viernes 18 de junio corrieron la noticia, en Tuxtla Gutiérrez, que yo había fallecido. Cómo se nota que mi nombre les pesa a mis enemigos emboscados. Un amigo armó esta rima: “Mientras en Chiapas la mediocridad se revuelca en la grilla/ Óscar Wong en el D. F. ¡brilla!”. ¿Verdad que es excelente y certera?
13. "Percey B. Shelley tiene un poema, Ode to the West Wind, donde invoca y evoca esa energía, indómita, cósmica denominada viento, a veces como una trompeta profética, o como hojas resecas.", dices en tu Poética del viento, ¿quisieras insinuar tu poesía acaso como una hojarasca de recuerdos y de sentidos?, ¿cuál es esa herencia que has construido a lo largo de tu escritura?
La vocación literaria es un destino terrible, devastador; es el caldero de brujas de que hablaba el impar Jaime Sabines. Por eso cobra actualidad la tríada galesa del siglo XII o XIII: “Es mortal mofarse de un poeta, amar a un poeta, ser un poeta”. Un sino aterrador, pero que debe asumirse sin aspavientos. Volviendo a la supuesta herencia, a esa hojarasca de recuerdos, debo precisar que inicialmente considero al poema como un organismo verbal. José Gorostiza hablaba de un desarrollo plástico, limitado y finito, y un desarrollo dinámico, de progreso continuo, pero que convergen en una superficie y en un fondo animado por su propia voz. Y yo creo en la Voz, en el Logos la oralidad divina que concilia el Logos pitagórico y el Logos socrático, en ese temblor poético que habita en el territorio numinoso del lenguaje. Es un espacio excepcional que revela al Espíritu. Eso pretendo construir a lo largo de las páginas que se me entregan de manera instintiva, lúdica, sacra.

Tomado de la revista Acequias 52 Verano de 2010 Ibero Torreón. P. 6-9