miércoles, noviembre 21, 2012


LAS “ÍES BAJO LOS PUNTOS

TRAS LA LLUVIA, EL MUTISMO

 

Óscar Wong

 

Desnuda, desprotegida, el alma empieza a tomar la condición de frágil. Y empiezan los embates. Y el dolor se vuelve pesadilla. “Efialtes”, precisa Borges, conocedor del griego, o “incubus” según el latín. La vieja yegua de la noche empieza a dar de coces, oprimiendo el aliento. La “Nightmare” también se vuelca a pleno día, a todas horas. Y el Corazón del Hechicero se debilita porque esa “interminable aspiración irreductible de lo absoluto”, el vacío, acecha como angustia existencial.

“Quien lo probó, lo sabe”, alcanza a murmura el viejo Quevedo. Y el “hielo abrasador”, el “fuego helado” arremete como búsqueda trágica en ese húmedo torbellino, en esa vorágine lluviosa en que se metamorfosea la vida, “como una nota que florece en las alturas del vacío”, según Huidobro.

            Oquedad luminosa, reverberante, la absurda nada que pretende ser henchida por la oralidad divina, por ese Logos resonante que interpola el vértigo cósmico, el preciso infinito que –en apariencia– cobra realidad, ahora simplemente se me niega. Sí, definitivamente el Amor, como la pesadilla, se vuelve grieta del infierno. Y por eso ahora enmudezco.

 


 

 

No hay comentarios: